El Parkinson afecta principalmente a las personas de edad avanzada, ya que enlentece las funciones del cuerpo y la capacidad de control del movimiento.
En Neuraxpharm desarrollamos alternativas farmacológicas para la enfermedad de Parkinson. Una vez que tu médico haya determinado tus necesidades específicas, podrá recetarte el producto que mejor se adapte a tus necesidades y a tu estado.
Conoce los síntomas, el diagnóstico y el tratamiento.
La enfermedad de Parkinson (EP) es una enfermedad neurodegenerativa progresiva. Esto significa que los síntomas comienzan gradualmente y empeoran lentamente con el tiempo. La EP afecta a la salud de las células nerviosas del cerebro (neuronas) que controlan el movimiento y, como consecuencia, muchas funciones y movimientos corporales se ven afectados.
El Parkinson pertenece a un grupo de enfermedades llamadas parkinsonismo. Se trata de un síndrome que incluye otras enfermedades con síntomas parecidos (temblor, lentitud de movimientos, rigidez y problemas para caminar).
La enfermedad de Parkinson es la causa neurodegenerativa más común del parkinsonismo. Otros parkinsonismos son el parkinsonismo atípico o Parkinson-plus. Estas enfermedades suelen tener peor pronóstico que la EP y no responden al tratamiento tradicional de la EP, que se centra en aumentar los niveles de dopamina.
En 2016, el estudio de impacto global de la enfermedad estimó que aproximadamente 6,1 millones de personas en todo el mundo tienen Parkinson. Esto supuso un aumento significativo respecto a los 2,5 millones de personas de 1990. Se calcula que en la UE afecta a 1,2 millones de personas.
El mismo informe estimó que el número de personas con Parkinson se acercará a los 13 millones de personas para 2040. Este aumento estimado se debe a que:
Los síntomas del Parkinson pueden variar de una persona a otra. Suelen empezar de forma muy sutil y, por lo tanto, pueden pasarse por alto durante algún tiempo.
Los síntomas pueden dividirse en síntomas motores (que implican movimiento) y síntomas no motores, que no implican movimiento. Existen tres síntomas primarios, y muchos otros secundarios que son menos perceptibles pero que pueden afectar a la calidad de vida.
Los síntomas son diferentes para cada persona y es poco probable que alguien con EP los tenga todos.
Los tres síntomas principales asociados al Parkinson afectan al cuerpo. Son:
Otros síntomas físicos pueden ser:
Para empezar, los síntomas suelen ser muy leves y a menudo pasan desapercibidos, lo que puede provocar un retraso en el diagnóstico. Los síntomas suelen comenzar en un lado del cuerpo, pero acaban afectando a ambos lados.
La progresión de la EP puede variar mucho de una persona a otra, lo que hace difícil predecir la rapidez con la que progresará un caso de Parkinson. Muchas personas también descubren que sus síntomas fluctúan de un día a otro, lo que da lugar a días buenos y malos.
Es común experimentar un temblor o sacudida en una mano o los dedos en las primeras etapas. Con el tiempo, esto puede empeorar gradualmente, hasta que resulte difícil realizar tareas sencillas y cotidianas, como comer. El temblor puede afectar también a otras partes del cuerpo.
El movimiento también puede enlentecerse progresivamente. Las personas que se encuentran en las últimas fases del Parkinson suelen tener dificultades para caminar y pueden acabar andando a pasos pequeños arrastrando los pies.
El otro síntoma principal, la rigidez muscular, puede progresar hasta el punto de dificultar las expresiones faciales; también puede causar calambres musculares dolorosos.
La respuesta de un individuo a los fármacos también puede cambiar con el tiempo. La medicación puede producir una clara mejoría al principio, pero la eficacia puede «pasarse» o volverse inconsistente con el tiempo y puede ser necesario ajustarla a medida que la enfermedad avanza.
La progresión de la EP es diferente en cada persona, pero es habitual que los síntomas sean leves al principio, y a menudo pasen desapercibidos en las primeras fases. Los síntomas normalmente comienzan en un lado del cuerpo y acaban afectando a ambos lados. Es habitual que la EP comience con un temblor o sacudida en la mano o los dedos.
No se sabe con exactitud por qué las personas padecen Parkinson, pero los síntomas se desencadenan cuando las neuronas que producen dopamina en el cerebro se debilitan y mueren. Los investigadores creen que la muerte de estas células nerviosas está relacionada con una combinación de edad, genética y factores ambientales, como la exposición a determinadas sustancias químicas.
Los factores de riesgo conocidos para desarrollar la EP incluyen la exposición a fungicidas y pesticidas, como el maneb, la rotenona y el paraquat, y las lesiones cerebrales traumáticas.
Unas sustancias químicas del cerebro llamadas neurotransmisores ayudan a controlar los movimientos del cuerpo pasando mensajes entre las neuronas y el resto del cuerpo. Uno de los neurotransmisores más importantes en este proceso es la dopamina. En las personas con EP, alrededor del 70-80 % de las células productoras de dopamina se deterioran y acaban muriendo.
Este proceso se denomina neurodegeneración. Significa que las personas con EP tienen niveles bajos de dopamina en la parte del cerebro que controla el movimiento y el equilibrio. Los síntomas del Parkinson aparecen porque las neuronas ya no son capaces de transmitir los mensajes adecuados para controlar los movimientos del cuerpo.
En algunos casos, un gen defectuoso puede ser transmitido por los padres a los hijos y hacer que estos hereden el Parkinson, pero esto es extremadamente raro; la enfermedad no suele ser hereditaria.
El Parkinson afecta a personas de todas las razas y orígenes. La probabilidad de padecer la enfermedad aumenta con la edad, pero se calcula que alrededor del 4 % de las personas con Parkinson son diagnosticadas antes de los 50 años.
Los hombres son más propensos a padecer EP que las mujeres. Algunos estudios sugieren que se diagnostica hasta al doble de hombres que de mujeres, y que las mujeres tienen una media de 2,1 años más que los hombres en el momento del diagnóstico.
El Parkinson es una enfermedad crónica y que afecta significativamente a la vida cotidiana y puede hacer que las personas sean más vulnerables a otras enfermedades e infecciones. Sin embargo, gracias a los avances en el tratamiento, la mayoría de las personas con esta enfermedad tienen una esperanza de vida normal o casi normal.
Para ayudar a los médicos a determinar si una persona tiene Parkinson, se utiliza una serie de evaluaciones. También pueden utilizar ciertas pruebas para ayudar a descartar otras enfermedades.
Puede ser difícil diagnosticar el Parkinson, por varias razones. En las primeras fases, los síntomas suelen ser leves, por lo que es difícil que el médico tenga la certeza de que están causados por el Parkinson. Los síntomas pueden variar considerablemente entre los pacientes, y otras enfermedades -como el temblor esencial y la enfermedad de Alzheimer- tienen síntomas similares, lo que puede llevar a un diagnóstico erróneo.
El otro factor que dificulta el diagnóstico de la EP es que no existe una prueba única para esta enfermedad. Los especialistas pueden utilizar una serie de pruebas para ayudarles a descartar otras enfermedades, pero el diagnóstico se realiza principalmente en función de los resultados combinados de:
Los médicos pueden utilizar una o más de las siguientes pruebas para ayudarles a descartar otras enfermedades:
No existe un tratamiento único para curar el Parkinson, pero hay muchos medicamentos y terapias que pueden ayudar a controlar sus síntomas.
Existen varios medicamentos disponibles para ayudar a mejorar los síntomas de la EP. Las terapias de apoyo, como la fisioterapia, la logopedia y la terapia ocupacional, también pueden marcar la diferencia a la hora de ayudar a los enfermos de Parkinson a seguir viviendo de forma independiente.
Muchos medicamentos producen una notable mejoría al principio, pero su eficacia puede «pasarse» o volverse inconsistente con el tiempo, por lo que puede ser necesario ajustarlos a medida que la enfermedad avanza.
Los síntomas de la EP están relacionados con una disminución de los niveles de dopamina en el cerebro; sin embargo, no es posible tomar dopamina como tratamiento, porque no puede llegar al cerebro donde se necesita. Esto significa que la mayoría de los medicamentos se centran en aumentar los niveles de dopamina de alguna manera.
Los medicamentos incluyen:
Muchas personas con Parkinson encuentran que las terapias de apoyo son beneficiosas para ciertos síntomas. En las primeras fases, las terapias de apoyo pueden ser suficientes para ayudar a las personas a continuar con las actividades cotidianas sin necesidad de medicación.
Las sesiones de fisioterapia pueden ser útiles para mejorar la flexibilidad, aliviar la rigidez muscular y reducir el dolor de las articulaciones; un logopeda puede ayudar a los pacientes con ejercicios y tecnología para volver a aprender las habilidades del habla, así como para ayudarles a comer y tragar; y las evaluaciones de terapia ocupacional pueden identificar los cambios que pueden hacerse en el hogar, lo que ayuda a los pacientes a seguir siendo independientes durante más tiempo.
Aprender a vivir con la enfermedad de Parkinson puede ser extremadamente frustrante. Para gestionar esta sensación, existen muchas formas de apoyo, desde grupos de apoyo con otras personas en situaciones similares hasta asesoramiento profesional individual. El médico te puede proporcionar más información sobre las opciones disponibles en tu localidad.
Terapias alternativas
Muchas personas consideran que las terapias alternativas son útiles en combinación con otros tratamientos como medio para reducir el estrés, la depresión, el cansancio y el dolor. Por ejemplo:
La cirugía para el Parkinson se llama estimulación cerebral profunda. Se trata de un generador de impulsos, similar a un marcapasos, que se implanta en la pared torácica. El marcapasos se conecta al cerebro mediante unos cables finos y se utiliza una diminuta corriente eléctrica para estimular la parte del cerebro afectada por la enfermedad de Parkinson.
La estimulación cerebral profunda no es habitual, pero se recomienda en algunos casos, principalmente cuando los tratamientos farmacológicos disponibles ya no ayudan a controlar los síntomas.
Los cambios en la dieta no reducirán los efectos del Parkinson, pero pueden ayudar a tratar ciertos síntomas. Entre ellos se encuentran:
El ejercicio puede ser útil para las personas con Parkinson porque:
Todavía no se ha encontrado ningún tratamiento o terapia que evite el desarrollo del Parkinson, aunque se han realizado numerosos estudios sobre los beneficios del ejercicio físico en las primeras etapas de la vida; se ha demostrado que las personas que hacen ejercicio tienen menos probabilidades de desarrollar Parkinson.
Sin embargo, aunque los estudios indiquen que el ejercicio está asociado a un menor riesgo de padecer Parkinson, no se ha demostrado que el ejercicio físico sea la causa de la disminución del riesgo. Se necesita más investigación para establecer si existe una relación directa.
El tratamiento y la prevención de la enfermedad de Parkinson es un gran campo de investigación, y una mejor comprensión de la enfermedad es un factor importante para el desarrollo de nuevos medicamentos adecuados.
Estudios como el realizado en Finlandia en 2020 buscan formas de aumentar los niveles de dopamina y proteger las células cerebrales productoras de dopamina para que no mueran, mientras que otras investigaciones se centran en las causas de los síntomas motores del Parkinson. Estos estudios dan a los científicos razones para creer que en el futuro se podrán desarrollar mejores formas de tratar la enfermedad de Parkinson.
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